23 abr 2011

Oración compuesta en 1.310 por el hermano Aymeri de Limoges



Que la gracia del Espíritu Santo nos ampare a todos.
Que María, estrella de los mares, nos guíe hacia el puerto de la Salvación. Amén.

Señor Jesús, Santo Cristo, Padre Eterno y Dios Todopoderoso, Santo Creador, compartidor, administrador benévolo y amigo muy amado, piadoso y humilde Redentor, Salvador clemente y misericordioso, te ruego humildemente y te pido que me ilumines, que me liberes y me protejas, junto a todos los hermanos del Temple y tu pueblo cristiano trastornado por tantas turbaciones, ahora y siempre.

Concédenos, Señor, en quien se encuentran y del que proceden todas las virtudes, buenas acciones, dones y gracias del Espíritu Santo, conocer la verdad y la justicia, ser conscientes de la flaqueza y debilidad de nuestra pobre carne, así como inclinarnos ante la verdadera humildad.

Concédenos menospreciar este triste mundo y sus manchas, así como los vanos deleites, la soberbia y las demás miserias, no aspirar más que a los bienes celestiales y trabajar para mantener nuestros votos y tus mandamientos en la humildad.

Santísimo Señor Jesucristo, por mérito de tus virtudes, que tu gracia nos conceda podernos librar del diablo que ruge, de todos nuestros enemigos, de sus trampas y obras.

Oh, redentor y defensor nuestro, a aquellos a los que por tu pasión y humildad encadenas al árbol de la Cruz, redimiéndolos por tu misericordia, protégelos, guárdalos. Por tu Santa Cruz y por su señal, que podamos reducir a la aflicción al enemigo y sus trampas. Protege a tu Santa Iglesia, ilumina a sus prelados, doctores, rectores, junto al resto del pueblo cristiano; que ellos proclamen y cumplan tu servicio y sagrada voluntad de un corazón puro, humilde y devoto; que su piedad sea pura y servicial.

Que instruyan al pueblo y lo iluminen con el buen ejemplo. Que por nuestra parte podamos cumplir obedientemente las obras de humildad, siguiendo tu ejemplo y el de los Santos Apóstoles y Elegidos.

Que tengamos en cuenta de qué estamos hechos y aquello que somos y seremos, las obras que realizamos y lo que debemos hacer para poseer la vida que nos lleva a las alegrías del Paraíso. Dígnate iluminar y convertir a aquellos que no se han transformado mediante el agua y el Espíritu Santo, para que se unan a tu Santa Ley y reciban los sacramentos de la Santa Iglesia; y que así guarden tu Santa Fe.

A tu pueblo cristiano, Señor, dale la sed y la fuerza de esta Tierra Santa en la que naciste en la pobreza, donde nos redimiste por tu santa misericordia, donde nos enseñaron tu ejemplo y tus milagros. Dígnate conceder que nosotros la liberemos por tu gracia y la poseamos. Que cumplamos tus santos favores y tu voluntad. Dios misericordioso, tu religión, que es la del Templo de Cristo, se fundó en Concilio General y en honor de tu Madre, la Santa y Gloriosa Virgen María, por el bienaventurado Bernardo, tu santo confesor, elegido para este oficio por la Santa Iglesia romana, siendo él junto con otros santos varones quien la enseñó y le confió su misión.

Por la intercesión de tu madre la Santa y Gloriosa Virgen María y de la Corte celestial, dígnate liberarla y protegerla. Señor, Protégenos, Señor, junto a todo el pueblo cristiano; instrúyenos para hacer tu voluntad.

Que todos los que han sido designados para hacer y guardar la justicia la protejan según tus mandamientos, la cumplan, sufran y conserven entre ellos y para todo el pueblo cristiano la paz y la iluminación.

Concédeles reconquistar Tierra Santa con nosotros y cumplir tu santo favor y tus santas obras; concede a nuestros padres, bienhechores y predecesores, de nuestros hermanos vivos y difuntos la vida y el descanso eternos.


Tú que vives y reinas, siendo Dios, por los siglos de los siglos. Amén

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